Una persona puede tener estrés, presión o tensión nerviosa por el ritmo de la vida ya que constantemente nos somete a diversas presiones.
Cabe destacar que, en las personas, el estrés puede ser físico (como tener una enfermedad), emocional (como sentir tristeza por la muerte de un ser querido) o psicológico (como sentir temor).
Sin embargo, el estrés a largo plazo o crónico presenta un problema para la salud, como cambios en el cuerpo que ocurren durante los momentos de estrés pueden ser muy beneficiosos cuando ocurren por corto tiempo. Pero cuando esto sucede por mucho tiempo, la producción excesiva de las hormonas de estrés puede perjudicar su salud.
A su vez, el estrés crónico a largo plazo causa desgaste y deterioro del cuerpo. Las consecuencias a la salud pueden incluir:
Sistema digestivo: Dolor de estómago debido a que se vacía más lentamente después de las comidas. También se incrementa la actividad del colon, lo cual puede producir diarrea.
Obesidad: Aumento del apetito, lo cual contribuye al incremento de peso. El sobrepeso o la obesidad conlleva un riesgo de contraer diabetes o enfermedad cardiovascular.
Sistema inmunitario: Debilitamiento del sistema inmunitario y, por consiguiente, puede sufrir más resfriados y otras infecciones.
Sistema nervioso: Ansiedad, depresión, pérdida de sueño y falta de interés en actividades físicas. La memoria y la capacidad de decidir pueden verse afectadas.
Sistema cardiovascular: Aumento de la presión sanguínea, frecuencia cardiaca y grasa en la sangre (colesterol y triglicéridos). También elevación del nivel de glucosa en la sangre especialmente de noche, y aumento del apetito. (Todos esos efectos son factores de riesgo para enfermedades cardiacas, aterosclerosis, derrames, obesidad y diabetes.)
¿Cómo saber que padece de estrés?
Cuando una persona padece de siente estrés de corta duración puede sentir ansiedad, nerviosismo, distracción, preocupación y presión. Si el nivel de estrés aumenta o dura por más tiempo, puede tener otros efectos físicos o emocionales:
Cansancio excesivo, depresión
Dolor o presión en el pecho, palpitaciones rápidas
Mareos, temblores, dificultad para respirar
Irregularidades del ciclo menstrual, disfunción eréctil (impotencia), pérdida del deseo sexual
Para disminuir el estrés es recomendable realizar ejercicio moderado y frecuente mejora el proceso mental y estado de ánimo; así como dormir bien por la noche y buscar el apoyo emocional de familiares y amigos.
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